1/09/2016

Intel abre el juego por las bandas

El foro de desarrolladores IDF, que Intel convocó a mediados de agosto en San Francisco, ha puesto en evidencia que el líder global de la industria de semiconductores busca en múltiples caminos la fórmula que contrarreste su menguante, pero muy principal, fuente de beneficio, los procesadores para PC. Una alternativa conspicua serían los procesadores Xeon y Xeon Phi para centros de datos, reforzados con algoritmos de inteligencia artificial, pero no lo son menos los chips programables de su ahora filial Altera y la decisión de enterrar el hacha de la guerra y llegar a un acuerdo limitado con su rival de los últimos años, la británica ARM. Otro camino pasa por la realidad ´fusionada` en alianza con Microsoft.

Brian Krzanich

Brian Krzanich

Ninguna de estas búsquedas será suficiente para reemplazar la principal fuente de ingresos de Intel, pero en la compañía parece haberse instaurado un nuevo pragmatismo: no basta con seguir pregonando las virtudes de la ley de Moore: la estrategia post-PC tiene que ser múltiple.

A priori, nadie esperaba mucho de esta edición 2016 del IDF, porque Intel no tenía ningún nuevo procesador de propósito general que mostrar, así que Brian Krzanich, CEO de la compañía, pudo explayarse a gusto – y a su manera divertido – contando a los desarrolladores las nuevas maravillas que podrán crear con las herramientas de Intel para ampliar mercados en beneficio mutuo y, faltaría más, de la humanidad en su conjunto.

Fue vistosa la presentación del Proyecto Alloy, demostración de un prototipo de gafas inalámbricas que mezclan realidad virtual (VR) y realidad aumentada (AR), van equipadas con una cámara RealSense e incluyen el nuevo procesador Core de sexta generación, coprocesadores Atom y batería. Estas gafas permiten, por ejemplo, ver las manos del usuario dentro de una escena de realidad virtual. Se logra con ello lo que Intel llama seis grados de libertad o, en un alarde lingüistico, realidad fusionada (o sea AR dentro de VR).

Al respecto, está previsto que el sistema operativo Hololens, de Microsoft, que estará disponible con Windows 10 el año que viene, hará posible con nuevos dispositivos acceder a aplicaciones de realidad fusionada basadas en el Proyecto Alloy. Según Krzanich, una aplicación rompedora de la tecnología sería la visualización de partidos de baloncesto (o cualquier otro deporte) desde distintos ángulos, gracias a la generación de imágenes realistas en 3D de las jugadas, previa digitalización del campo de juego. La compra, el pasado marzo, de la empresa israelí Replay Technologies, por la que se cree que Intel pagó 175 millones de dólares, tiene mucho que ver con ello.

Los robots son un área emergente con la que Intel está entusiasmada. Junto a los módulos Joule y Euclid, que perfeccionan el seguimiento de los gestos, la conectividad inalámbrica, los sensores, la cámara RealSense y los avances en visión artificial fueron el menú servido por David Shinset, arquitecto del grupo de robótica de Intel, que funciona desde hace dos años y ahora tiene algo que mostrar: ha sido una gestación lenta, pero ya es hora de que la robótica aflore en el mercado, sugirió Shinset.

Con todo, el área de negocio del que Intel espera sacar más rentabilidad es la de servidores para centros de datos, que ha pasado a primer plano porque genera la mitad de los beneficios de la compañía. La directora de esta división, Diane Bryant, afirmó que la analítica de datos será en 2020 la principal aplicación de los datacenter. Mientras tanto, ahora mismo, el 97% de los empleos de Deep Learning utilizan procesadores de Intel.

Bryant anunció que la próxima generación de servidores Xeon Phi, multinúcleo y con nombre de código Knights Mill, fabricados con reglas de 10 nanómetros, estará disponible dentro de un año e incorporará coma flotante flexible, aparte de integrar más aplicaciones de Deep Learning. La compra reciente de la compañía Nervana, cuya tecnología facilita más rapidez a menor coste, provocará que los procesadores Xeon Phi tengan una mayor capacidad de aprendizaje.

De la intervención de Bryant hay que resaltar la promesa de incorporar la fotónica en el núcleo de los procesadores, con la consiguiente velocidad de transmisión en las redes de fibra óptica: el propósito es reducir el cuello de botella que supone el paso de los fotones a los electrones y viceversa. Los nuevos procesadores para servidores, la inclusión de la inteligencia artificial y el montaje en racks, junto a los programas de orquestación de datos, harán que la nube alcance nuevas cotas, aseguró Bryant.

Para esta, el futuro del cloud computing está en la hibridez, una mezcla de nubes públicas y privadas. Pronto habrá cientos y cientos de enormes centros de datos, con miles de nubes, millones de servicios y miles de millones de dispositivos conectados. En el presente, se estima que sólo el 20% de los servidores están conectados a una nube, por lo que terreno por cubrir es muy amplio. El sobreentendido era que, por esa misma razón, tienta a los competidores de Intel, en especial con diseños de ARM.

Ventaka Renduchintala [por algo todos lo llaman Murthy], que desde hace meses dirige el negocio de clientes e IoT de Intel, se ocupó de asegurar que la interconexión de datos a todos los niveles y la inteligencia de las redes alcanzarán nuevas cotas con la 5G y el despliegue masivo de dispositivos IoT, previsto para 2020. Este será un año en el que deberían ocurrir cosas maravillosas, puesto que toda la industria de las TIC lo ha tomado como fecha fija del próximo horizonte. Cada vez más cercano, por lo que deberían cuidarse con las promesas.

Para que exista esa interconexión ubicua – señaló Murthy – es necesario reducir la latencia, minimizar los enlaces intermedios de la red y ofrecer la máxima seguridad. Todo un memorial de objetivos: con el despliegue de 5G y los miles de millones de minúsculos dispositivos conectados, será posible ese futuro inteligente del que Intel se postula como protagonista.

En un plano más tangible, el IDF dedicó toda una sesión a las redes lógicas programables o chips a medida FPGA. La compañía quiere ampliar este negocio, que ya controla en parte gracias a la discutida adquisición de Altera, por la que el año pasado pagó 16.700 millones de dólares. Brian Krzanich aludió a esa incomprensión al señalar que «más del 50% del valor de compra está relacionado con el crecimiento de Altera a una velocidad superior a la que tenía anteriormente».

La diversificación llega a tal punto que Intel ha negociado un acuerdo con su archienemiga ARM para estar en condiciones de fabricar chips para terceros basándose en los diseños lógicos de la compañía británica (ahora en proceso de ser absorbida por Softbank). Para TSMC, Samsung y GlobalFoundries, contratistas habituales de fabricación de chips bajo licencias de ARM, puede ser una competencia peligrosa. De momento, Intel ha conseguido un contrato con LG, pero los analistas creen que hay otros en camino. El asunto merece una crónica aparte.

En el IDF de San Francisco se habló mucho más que en otras ocasiones de lo que va a suceder en los próximos dos o tres años y de las oportunidades de negocio que avizora la compañía en la era del post-PC. Intel ha tomado una vía ecléctica, que combina desarrollos propios y adquisiciones, con una serie de alianzas estratégicas entre las que destacan Microsoft, General Electric o Schneider Electric, por citar unos pocos de los presentes como socios.

Como anécdota, el eclecticismo de este año también se observó en la indumentaria de los ponentes. La bien vestida Bryant mostró su sorpresa al recibir en escena al joven fundador de una empresa de inteligencia artificial, calzando chanclas. No había reparado en que su jefe, Krzanich, iba vestido deportivamente, ni en el traje de trapillo arrugado que lució el invitado Jeff Immelt, CEO de General Electric. Aunque cueste creerlo, el más elegante del casting resultó ser Elmar Frickestein, responsable del proyecto de conducción autónoma de Intel. No deja de ser un cambio de actitud.

[informe de Lluís Alonso]


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